sábado, septiembre 22, 2007

Oscuridad (El más dulce de los Besos)

Hace mucho tiempo que no escribo,lo sé. Estos tiempos han sido difíciles, desde la última vez que escribí, pero no voy a mentir, han habido felicidad y alegría, pero también tristeza y desánimo. Y ese sentimiento una vez más e slo que me empuja a escribir. Hoy voy a exponer un relato antiguo. En el momento en que lo escribí tenía otra mentalidad, y quizás ahora cambiaría varias cosas en él, pero aquí expondré el original, sin modificar, para respetar su esencia. Ya lo publicaré corregido más adelante.


Desde el día en que, por caprichos de la naturaleza, vine a este mundo, has estado a mi lado.
Crecí y tú seguías ahí, omnipresente, siempre pendiente, vigilando... Nunca mostrabas tu rostro, pero me acompañaste en todo momento: de día, en las noches, soñando, cantando, dormida y despierta...

Tú estabas, observando.

Eras tú esa inquietud en medio de la noche, eras tú la paz deseada en los momentos de agonía...Eras tú a quien olvidaba en mis alegrías.
Me acompañabas, me seguías...Al final iba a pertenecerte. Y tú lo sabías.

Yo caminaba a tu lado día tras día y hasta al más valiente se le helaba la sangre cuando te veía. Pero yo, dama sin rostro, a ratos te adoraba y a ratos te temía.

Hace unas noches, mientras dormía, sentí como un poderoso relámpago recorría mi cuerpo en busca de producir un dolor eterno. Entonces volviste a aparecer...

Tu vestido elegante y negro, tu andar suave, tu dulce voz y tu tierna risa. Ibas a salvarme.
Tus cálidas manos se inclinaron hacía mí, acunándome como sólo lo hicieron una vez: el día en que nací. Yo era tuya desde aquel día... Y eso también lo sabías.
Tu voz resonó en mi interior: "Tranquila, no tengas miedo, pues es ahora cuando acaban el dolor y la agonía"

Entonces tu máscara se deslizó, dejándome ver por vez primera (y última) tu rostro: el rostro más bello que una mente imaginó jamás.
Sonriendo dulcemente, de repente te inclinaste. Y yo empecé a marearme...
Tu rostro se acercó lentamente: tus ojos en los míos (miradas de recuerdos); tus manos en las mías (caricias de aliento); tus labios en los míos (el más dulce de los besos).

Y luego...Oscuridad.