Mi Fin

Hundida en la más profunda oscuridad, sumisa en la pena entre un sin fin de almas, rendida, rasgada, la única salida es gritar...

Gritar hasta perder la cabeza...Y así olvidar que existe la felicidad.

Mirando hacia arriba, gritando, suplicando ayuda...¿Es que nadie me escucha? ¿Por qué todos me han dejado sola?

Busco alrededor, carente de vista por la falta de luz, tan sólo con mis manos, algo a lo que aferrarme en medio de este espacio vacío. Ingénua, creo que lo encontraré, de la misma manera que te encontraba a tí, junto a mí, en medio de la oscuridad de aquellas noches en las que de repente me amabas.

¿CÓMO HE LLEGADO AQUÍ? Lograste rasgar mis ojos, romper mi piel, agujereaste mi alma...

Ahora tan sólo queda la nada.

Ideas, ideas confusas que ametrallan mi mente, todas a la vez, y en medio de ese caos me es imposible pararme a pensar en ninguna...Me abruman. Me asfixian. Me aplastan.

La verdad.

La verdad es lo que me ha destrozado. Saber que fingías, saber que aquellos ojos que yo creí enamorados no eran más que buenos actores...

Estoy quemándome, consumiéndome en las llamas de la locura y sólo acierto a gritar tu nombre;

palabra letal, pero a la vez revividora, que suena en mi voz desgarrada y sin sentido y retumba en las paredes una y otra vez...

La demencia me puede, caigo y caigo cada vez más profundo...TENGO MIEDO.

Ya no oigo mis gritos. Noto cómo algo frío se desliza por mi rostro...Una lágrima, el último signo de que queda pureza en mi cuerpo, va cayendo lentamente por mi nariz hasta llegar a mi boca...Mi último trago de agua.

Entre el mar de pensamientos de repente suena una canción, quella, tan familiar, en la que me decías que siempre me querrías...Su ritmo, que siempre fue suave, retumba ahora con sonidos agudos que provocan una gran explosión en mi cabeza.

Me apago, mis piernas ya no responden, caigo de lleno al suelo, congelado, pero que alivia el pesar de un cuerpo incapaz ya de sostenerse.

Desde abajo ya mi voz no suena. Mis cuerdas vocales se han estirado hasta el punto de romperse...

Fuiste mi última palabra.

Mis oídos, en un último esfuerzo, escuchan algo a lo lejos, es esa dulce voz...¿eres tú?

Pero es tarde. Ya he dejado de percibirla.

De repente una luz me encandila y tras entrecerrar los ojos, lastimados por el repentino haz de luz, alcanzo a verte...

Lloras y lloras ("no llores mi vida"), una lágrima llega a mis labios helados.

Noto que me abrazas y te veo gritar, aunque ya no soy capaz de escucharlo...

En un destello de luz te contemplo por última vez hasta que también mis ojos, cansados de llorar y colmados de sangre, pierden la vida.

Ya sólo me queda mi mano, que se aferra a la tuya con fuerza y desesperación, sabiendo que pronto no sentirá nada...

Pasa por mi cabeza todo lo que vivimos, todo aquello que tuvimos...¿Es que ahora te das cuenta de que no fingías?

Muero, pero muero con el sabor agridulce de pensar que, quizás, viéndome sumida en la locura y sabiéndome a orillas de la muerte te diste cuenta de que me amabas...

Mi mano pierde fuerza, ya no noto la tuya. Un último ruido, un sonido abrumador, retumba en mis oídos revividos por un segundo.

Ahora eres tú quién grita mi nombre desgarrando tu voz...

Ahí estaba mi cuerpo inerte, y tú quedaste junto a mí hundido en la tristeza de saber que has destrozado a quien más te amó y quien más te amará jamas.

Ciego de dolor, te sumerges en llanto...

Hoy es nuevamente la tristeza la que escribe por mi...